A la vista tenemos un vino de color rosa subido, si acercamos a nariz descubrimos recuerdos de frutillas rojas y acentos de hierbas secas. En el paladar se perciben moras, ciruelas y duraznos en conserva, sin dejar de mencionar un exquisito toque mineral proveniente de los inigualables suelos del Valle de Guadalupe.
Su acidez es delicada y distinguida. Va muy bien con comida thai, sushis, aperitivos y platillos mexicanos como chiles en nogada.